Lleváronme luego a un campo
cuya negra tierra ofrece
frutos de espinas y abrojos
por rosas y por claveles.
Aquí el viento que corría
penetraba sutilmente
los miembros, aguda espada
era el suspiro más débil.
Aquí en profundas cavernas
se quejaban tristemente condenados.
(Calderón de la Barca, El Purgatorio de San Patricio) .
Para Francisca y Guillermo.
Diversas y muy serias ocupaciones me han tenido alejada más de lo que me gustaría de mi querido Correo de Ultramar. Periódico de modas. Lo siento de verdad, sobre todo porque se han quedado jugosas cosas en el tintero.
Este fin de semana, sin embargo, ocurrió algo que merece ser reseñado. Partí con «camas y petacas» a Madrid (¡Ay! ¡Exquisita ciudad!) para asistir a una de las funciones de la obra teatral «Villa + Discurso» escrita y dirigida por el dramaturgo chileno Guillermo Calderón y que se representó en el Teatro Valle-Inclán, sede del Centro Dramático Nacional.
«Villa + Discurso» son dos obras diferentes, pero complementarias: la primera se centra en la decisión que tres jóvenes mujeres deben tomar acerca del destino de Villa Grimaldi, centro de detención y tortura bajo el periodo militar del Chile de Pinochet. La segunda es un monólogo, a modo de corriente de la conciencia, de la anterior presidenta, Michelle Bachelet. Ambas obras reflexionan en torno al Chile de la democracia, al Chile de nuestros días. Un país que a ratos parece encumbrarse en la cima del éxito, y que a otros se derrumba y sufre y llora, pero sobre todo, duele.
Su puesta en escena es simple y escueta, todo recae en la presencia de sus tres actrices, Francisca Lewin, Carla Romero y Macarena Zamudio. Sus contrastes sobre el escenario son una fortaleza, su fragilidad en ciertos momentos emociona.
Gracias a Guillermo por sus palabras y gracias a Francisca por su voz y sus ojos.